Se habla mucho de que los medios están comprados por grandes corporaciones que tienen intereses muy concretos, de que los gobiernos sacan noticias para distraer a la población de otros asuntos importantes que no quieren que se hable, incluso existe una tendencia a crear necesidades de consumo de determinados productos.
En España puedo poner varios ejemplos claros de esta tendencia manipuladora. En los programas de la mañana, tanto en la TV pública como en las cadenas privadas, destinados principalmente a amas de casa o personas en desempleo, se emiten programas sobre cocina, se dan consejos sobre salud (¿?) y se deja una línea telefónica abierta para que los telespectadores puedan hacer sus consultas a un profesional de la medicina alopática, nunca medicina alternativa.
La clara tendencia a poner parches a enfermedades reales o a intentar vender productos farmacéuticos, dándolos como única alternativa al espectador que ya ha agotado todo tipo de remedios que en el mejor de los casos no le funcionan o en el peor, que han complicado más aún su estado de salud. Incluso se crean debates sobre este asunto, pero lo más curioso es que nunca se invita a un especialista en medicina natural y cuando se habla alguna vez siempre es en tono de denuncia, que fulano o mengano hizo tal o cual remedio sin tener la titulación de médico alopático.
También hay otra clara tendencia a normalizar lo patológico creando personajes públicos con un perfil decadente. Y digo creando porque es más que evidente que están estratégicamente contratados en todas las cadenas de TV, personas con adicciones varias y comportamientos totalmente desfasados, generando espectáculos deplorables. Personajes que vemos caer en directo por aquello del morbo, pero que nos envían un mensaje muy claro: “Si yo con la cantidad de dinero que gano vendiendo mi vida, caigo en un pozo tan hondo, lo normal es que tú, pequeño espectador, parado, con deudas y problemas familiares, también tengas que estar deprimido, tomar ansiolíticos, antidepresivos, pastillas para dormir, ser alcohólico, cocainómano y pegar gritos todo el día a todo el mundo”.
El mensaje que llega a la mujer a través de los medios es aterrador.
Dietas; disfrazadas como un preventivo de la salud. Cuando en realidad detrás de una inofensiva dieta se esconde un mensaje de inadecuación (No niego con esto que el porcentaje de personas obesas ha aumentado en los últimos años) un claro mensaje de menospreciar a aquellas mujeres que no son capaces de mantener una talla 38-36, (totalmente insano en la mayoría de los casos, por edad, constitución etc.)
Cosmética y medicina estética: creando una necesidad de consumo, lo mismo que la dieta, con mensajes con fuertes componentes emocionales y personajes televisivos totalmente “tuneados”. Normalizar lo atrófico.
Nadie habla de que se puede estar sano sin drogarse legalmente o ser feliz sin estar delgada o que se pueda dormir sin tomar alguna substancia. Los mensajes son crear necesidades que nunca se satisfacen. Te venden la panacea y si fracasa, como suele ocurrir, el culpable es el consumidor (que no ha sabido aplicarlo, entenderlo, no estar a la altura..etc) nunca el fabricante o mensajero. Creando de esa manera un efecto serpiente que se muerde la cola. Generando sentimientos de culpa e inadecuación en la gente y el impulso de seguir buscando algún producto que le dé satisfacción, que le lleve a encontrar el amor, ser aceptado, ser amado en definitiva.
Cuando este mensaje va dirigido directamente a la mujer entramos en un terreno peligroso por muchos motivos. Es la principal consumidora del hogar, la que llena la nevera, la que compra los medicamentos y habitualmente la que dedica más tiempo a la educación de los hijos. Están yendo al pilar de la familia. Los hijos no aprenden por discursos sino por ejemplos. Si vemos una madre obsesionada por las dietas, que se pasa todo el día hablando por teléfono de todas sus dolencias y lo asquerosa que se siente por tener tripa y no poder hacerse una liposucción, rinoplastia o aumentarse el pecho, de todas las pastillas que toma para poder vivir. Y si todo esto lo aderezamos con un programa de TV con sus personajes varios, creo que tenemos la fórmula perfecta para crear una educación disfuncional a nuestros hijos.
La mujer no es culpable, pero sí tiene un gran poder en este asunto y por eso la mayoría de la información manipulada va dirigida directamente a ella.
Es hora de despertar y buscar alternativas.