Intereses ocultos tras la mala prensa de la homeopatía

gagresas de homeopatia

En la prensa escrita y en Internet podemos leer prácticamente a diario ataques contra la homeopatía: que si no funciona, que si es peligrosa, que si es un engaño, que si todo es placebo… Pero, ¿quién está detrás de estos ataques? Solo hay que pensar un poco para darse cuenta de que, quizás, todos estos artículos son excesivos tanto en número como en la fuerza de sus ataques.

Esto nos llevaría a varias reflexiones sobre las que seguramente, conviene meditar un poco más:

¿Por qué se preocupan tanto si realmente no funciona?

Acusan a la homeopatía de ser tan solo agua, sin ningún otro poder. Si esto es así ¿por qué tanta rabia en los ataques? La homeopatía jamás se ha opuesto al uso de medicamentos alopáticos. Si alguien toma un medicamento homeopático y no le hace nada ¿qué podría suceder tan terrible?

El problema es que la gente toma estos medicamentos y resulta que sí que les funcionan y repiten. Entonces es cuando lanzan la acusación del efecto placebo. Pero, ¿realmente hay efecto placebo cuando quién toma el medicamento es un niño? ¿O cuando lo toma alguien y ve como sus síntomas mejoran día tras día?

Más de la mitad de los españoles recurren a los medicamentos homeopáticos y no podemos decir que todos ellos sufren un efecto placebo porque las cifras no se corresponderían. Por tanto, tiene que haber algo detrás de tanta rabia como destilan estos ataques acusando a la medicina homeopática de no ser eficaz.

Las grandes farmacéuticas

Y aquí llegaríamos al quid de la cuestión: el poder de las grandes farmacéuticas. Estamos hablando de empresas capaces de deshacerse de medicamentos esenciales para combatir una enfermedad para poder subir el precio de las reservas que conservan.

Empresas a las que hemos visto más de una vez que no les tiembla el pulso a la hora de fijar altísimos precios a medicinas necesarias para la supervivencia de millones de personas solo con el fin de garantizarse grandes beneficios. Lo hemos visto con medicamentos para el SIDA y lo vemos también con los medicamentos para la hepatitis.

Estas empresas no quieren competencia y, aunque luchan entre sí por ganar mercado, se unen todas a una cuando alguien parece que puede arrebatarles una parte del pastel. Y las medicinas alternativas son vistas con buenos ojos por una gran parte de la población, cansada ya no solo de los medicamentos caros de estas farmacéuticas, sino también de sus efectos secundarios.

No queremos decir que estos medicamentos no sean necesarios. Es evidente que lo son y que en muchos casos son totalmente insustituibles. Nadie quiere sustituir un antibiótico o una vacuna. Pero hay medicamentos que sí pueden tener alternativas muy eficaces y con muchos menos efectos secundarios.

Las farmacéuticas han atacado a la medicina natural hasta la saciedad y, al final, han acabado absorbiendo parte de sus remedios o reconociendo su eficacia. Muchos médicos recomiendan hoy en día a sus pacientes que tomen una tila para sus problemas de nervios cuando estos no son tan graves como para necesitar un tratamiento relajante.

Hoy, atacan con fuerza a la medicina homeopática porque ven como les están arrebatando una parte del mercado y de los beneficios y no quieren dejar escapar todo ese dinero tan fácilmente.

¿Y el papel de los médicos?

El papel de los médicos es algo más complicado. No dudamos de la honestidad de la gran mayoría de los médicos, pero es evidente que muchos se ven presionados por las farmacéuticas.

Estas son las que organizan los congresos más importantes y las que invierten en las clínicas más punteras. No son un enemigo nada recomendable para nadie que quiera progresar en la profesión, así que es mucho más fácil mirar para otro lado y decir que, simplemente, no hay pruebas científicas de que la homeopatía funcione.

Una minoría de médicos sí que se ha comprometido con la homeopatía. Ellos han realizado estudios sobre el tema y combinan los medicamentos homeopáticos con los medicamentos alopáticos con gran éxito y sin ningún tipo de problemas. ¿Son peores profesionales que el resto? ¿Tienen menos conocimientos científicos? ¿O quizás tienen simplemente menos intereses económicos y una mente mucho más abierta?